El avión, tras más de veinte años sobrevolando el Atlántico y otras partes del mundo, recorrió una distancia equivalente a viajar doscientas veces a la Luna regresando a la Tierra. Además, transportó a una cantidad de pasajeros que dobla la población de Galicia. Su carga más famosa, sin embargo, es un cuadro. En septiembre de 1981 este aparato fue el que trajo en su bodega, desde Nueva York a Madrid, el Guernica de Picasso.
Los visitantes por fin pueden tocar, pensar, sentir y soñar, mientras recorren sus escaleras, “pilotan sus mandos”, inspeccionan su tren de aterrizaje delantero, el interior de su caja negra, una sección de ala, el radar o una de las cuatro turbinas de las que disponía.